Escribiendo con A. – Escribiendo una historia. Parte 2. Los protagonistas

¡Hola a todos de nuevo! ♥

Sé que andamos con retraso en esta sección, pero aquí os traigo una nueva versión de Escribiendo con A. Al principio, tenía intención de hablar de ciertos temas relacionados con el fanfic que quería discutir, pero, finalmente, y por falta de tiempo para planear una entrada así, he decidido centrarme en su lugar en la segunda parte de Escribiendo una Historia.

Y en esta ocasión, quiero hablar de uno de los puntos más importantes de la misma: los personajes protagonistas, es decir, nuestros héroes.

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Buscando al héroe

Tenemos ya una idea, que puede haber partido de un concepto, de un universo, de una escena o de… oh, sí, un personaje (ya sea principal o secundario, héroe o villano). Si en nuestra idea inicial ya teníamos en mente cómo iban a ser nuestros protagonistas, este paso debería acabar siendo, al menos, un poco más sencillo, pero, sea como sea, hay que tener en cuenta que una buena historia necesita buenos personajes.

Da igual lo bien ambientado que esté el universo, o lo dramáticas que sean ciertas escenas. El universo de la historia está ahí porque es donde tus personajes viven, y las escenas emocionalmente intensas de la historia lo son, precisamente, porque les ocurren a personajes que nos importan – a los que el lector quiere ver pelear y ganar.

El protagonista es un personaje especialmente importante porque en la mayoría de casos (ojo, hay excepciones) es quien lleva todo el peso de la trama. La historia son cosas que le pasan (o en las que, como mínimo, participa), y el mundo en el que vive es un lugar que vemos a través de sus ojos. Si es el recién llegado a un sitio nuevo, lo descubrimos con él. Si hay una guerra, es con el con quien peleamos. Si nuestra historia está ambientada en un instituto, acudimos a clase con él, vivimos cada examen, cada amistad, cada amor y desamor.

Así que parece muy claro que necesitamos un héroe, pero… ¿Quién es ese héroe?

La respuesta es que, para lo bueno y para lo malo, eso depende de cada historia.

  • Puede que una historia cuya temática de fondo sean los horrores de la guerra sea un viejo veterano, o un joven soldado idealista que acude a luchar por la libertad y descubre que no todo es tan blanco y negro como el piensa.
  • Puede que en una historia de amores de instituto el protagonista sea el marginado de la clase, o la estudiante más popular de todo el curso. Tal vez incluso lo sean los dos, al mismo tiempo.
  • Puede que en una historia de fantasía épica el protagonista sea un mago elfo, criado por el círculo de hechiceros local lejos de los suyos, o una chica humana que nunca ha salido de su pueblo.

Las posibilidades son infinitas, incluso dentro de un mismo universo. Sólo hay que ver qué necesita cada historia, y partir desde ahí.

Por eso mismo, no puedo hablar para cada caso concreto, pero sobre lo que sí que puedo ofrecer son…

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Maravillosos (o no) consejos para el héroe de a pie

  • Muchas veces no nos da esa impresión, pero el protagonista es siempre uno de los personajes más complejos de una historia. Es los ojos de la misma, el punto central. Es necesario para la misma, y tiene que estar ahí, pero, ah, casi siempre nunca es el personaje favorito del lector. Por ejemplo, ¿cuántos de vosotros habéis leído Harry Potter? Y, de entre todos los que lo habéis hecho, ¿quiénes podéis decir que vuestro personaje favorito de la saga es, bueno, Harry Potter? Es su historia la que estamos viviendo, y lo hacemos a través de sus ojos. Si Harry Potter fuera insufrible, los libros habrían, probablemente, tenido mucho menos éxito, y la historia de esos libros es, obviamente, la suya (no puedes borrar el personaje de Harry Potter de los libros de Harry Potter y que el argumento siga siendo el mismo), pero la mayoría de los lectores siempre prefiere a uno de los secundarios, de los que tiene una versión mucho menos omnisciente, que al protagonista a quien conoce por completo. Esto es perfectamente válido, especialmente en los universos complejos con muchos personajes, pero si no eres J. K. Rowling (porque, admitámoslo, Harry no es el pesonaje favorito de casi nadie, pero todos le tenemos cariño) y no sabes mantener el equilibrio, puedes acabar metido hasta el fondo en un caso de en mi historia todo el mundo es interesante salvo el muermo del protagonista. Lo cual va a hacer que lo único que quieran los lectores es que lo mates y les cuentes las aventuras de su mejor amigo, que como personaje es mucho más guay.

    También hay protagonistas muy fuertes, que llevan el peso de una historia casi al completo (véase que durante el boom de los Juegos del Hambre todo el mundo quería ser como Katniss). Un protagonista bien llevado y con un carácter fuerte que lo haga destacar sobre el resto de los personajes también está muy bien, y funciona en ciertas historias, pero llevado al extremo puede dejarnos en un caso de mi protagonista aquí es tan competente que es el único competente, y tan interesante que es el único interesante. ¿Qué es un buen secundario? ¿Qué es un buen villano? ¿Qué importan, si mi protagonista es el más guapo, el más listo y el mejor?

    Así que, ¿cuál es la solución en la mayoría de casos? Equilibrio.

  • Hay que tener en cuenta que cada personaje, bueno o malo, valiente o cobarde, es el héroe de su propia historia. Un protagonista no tiene que ser el más bueno o el más valeroso sólo por ser el personaje principal. Una historia sobre un campesino cobarde puede tener la misma carga emocional que una sobre un caballero valiente. Un cuento sobre un niño normal creciendo hasta convertirse en el héroe que salvará la aldea es tan relevante como la de un joven idealista que los pierde y acaba convirtiéndose en villano. No hay un arquetipo predeterminado para un protagonista. ¿Qué es lo que necesita la historia? Dáselo.
  • El héroe mueve la historia, tiene que ser una fuerza determinante en el argumento. Eso no quiere decir que tenga que ser el más listo o el más poderoso de todos, sino hacer que las cosas en su entorno pasen en lugar de ser un espectador. Tiene que moverse, hacer cosas, tomar decisiones, y cada una de sus acciones tienen que tener consecuencias: las buenas y, sobre todo, las malas. Un protagonista tiene que crecer y cambiar, tiene que luchar y perder, caer y levantarse. Si lucha contra sus demonios y gana, se convertirá en un héroe y conseguirá una recompensa (que puede ir desde salvar el mundo a conseguir el amor de la chica que le gusta). Si pierde, se convertirá en un personaje trágico (perderá a sus seres queridos, traicionará sus ideales, se convertirá en un villano). Es por eso que el héroe tiene que actuar, hacer el argumento suyo, y conseguir que el lector se preocupe por él. Un lector no va a interesarse por la «lucha» de un personaje si el héroe en cuestión no hace nada y son los secundarios, siempre, los que llegan para sacarle las castañas del fuego. Haz que el héroe se mueva y la historia se moverá con él.

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Cosas que NO debería hacer el héroe de a pie

  • Últimamente, se nos ha vendido que un buen protagonista es aquel que se parece al lector, y con el que este puede identificarse. Como consecuencia, y para tratar de lograr esto, muchos autores, sobre todo de literatura juvenil han decidido incluir narración en primera persona, con la voz de personajes sin demasiado carácter (hola, Bella), para que el lector pueda ponerse en su lugar. Esto puede tener éxito, a veces, si el resto de la historia o los personajes son lo suficientemente atrayentes como para olvidarte de que la voz del protagonista está ahí, pero en la mayoría de casos no funciona. La mayoría de los lectores empieza una historia porque quiere ver lo que les ocurre a personajes interesantes, no porque quieran entrar en un mundo de la mano de una especie de avatar de ellos mismos.
  • Lo incluyo en un punto separado porque es importante. Un protagonista no debería ser un lienzo en blanco para el lector. Un protagonista interesante y activo, con una personalidad marcada, cosas que le gustan, cosas que no, es mil veces mejor que algo genérico para que el lector se pueda «identificar» con él.
  • Cualquiera es el héroe de su propia historia, y la mayoría de la gente se ve a sí misma como una persona normal, en la media. A no ser que el protagonista esté convencido de lo heroico que es (porque, admitámoslo, una historia que trata sobre alguien que se cree el mejor del mundo y acaba descubriendo que, uh, no lo es, tiene potencial para ser interesante), la mayoría de gente se ve como alguien corriente, y da más peso a sus fallos que a sus virtudes. Esto no debería ser excusa para tener a un protagonista que vaya por la vida repitiendo lo feo/estúpido/inútil que es mientras el resto del casting le insiste en que no, en que es guapo, maravilloso y simplemente perfecto. Esa es la versión literaria del típico compañero de clase cargante que siempre dice que va a suspender y acaba sacando sobresaliente en todo.
  • Si los personajes que se pasan la vida quejándose y resultan ser perfectos son un suplicio, los personajes que creen ser perfectos y, sorpresa, lo son, llegan a ser igual de cargantes o incluso más. Lo único que provoca Meghan Starlight, que descubrió ser princesa de las hadas en su decimosexto cumpleaños, y tiene la piel pálida, el cabello color ébano y fascinantes ojos violetas (por no hablar de que es la hechicera más poderosa y consigue después de una semana de entrenamiento lo que otros han tardado años en dominar, y tiene a cincuenta pretendientes a sus pies) son ganas de pegarle una patada en su perfecta nariz. Este tipo de protagonista es un perfecto caso de Mary Sue/Marty Stu, y debería evitarse a toda costa. Si tenéis dudas sobre si vuesto personaje es o no demasiado cargante como para ser humano, siempre podéis hacer Mary Sue test.
  • Si los aspectos positivos de un personaje son los que, en cuerto sentido, lo definen, los aspectos negativos de su personalidad son los que hacen avanzar la historia, y los que desencadenan los cambios psicológicos mientras el protagonista crece. Los demonios internos de un personaje son los monstruos a los que necesita vencer para ganar. Según avanza el argumento, un personaje egoísta va a tener que luchar contra ese egoísmo; alguien inseguro, contra su inseguridad. El lector quiere verle luchar y ganar (o, a veces, perder), y va a celebrar cada victoria y sufrir cada derrota. Esa es la razón de que un personaje imperfecto tenga, casi siempre, más profundidad que uno perfecto. Todo ser humano tiene batallas que luchar, y ver a alguien más haciéndolo despierta el interés. Esa es otra de las razones por las que un buen protagonista no debería enfrentarse solamente a amenazas externas, sino también a la lucha interna que supone el vencer a sus propios miedos.

Hay mucho que decir sobre los personajes principales de una historia, pero creo que, para empezar, esos son los puntos más importantes. Puede que en algún momento desarrolle algo más con respecto a los protagonistas (porque se puede hablar páginas y páginas sobre los protagonistas, y sobre el ciclo del héroe), así que si tenéis interés en algo más no dudéis en dejármelo por los comentarios o en cualquiera de mis otras redes sociales.

¡Un saludo y nos leemos! ♥

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